Movimiento de Seglares Claretianos Secretaría General
Sevilla, 21 de septiembre de 2010
Queridos hermanos seglares de Cuba, Puerto Rico y República Dominicana:
Desde la última vez que me dirigí a vosotros, cuando estabais reunidos en la asamblea regional que se celebró en el santuario del Cobre en Cuba, ha habido un cambio importante. Cuando os escribí entonces sólo conocía la región por las presentaciones y las experiencias que compartieron vuestros representantes en las Asambleas Generales a las que he asistido. Entonces ya entreveía una región joven con un enorme espíritu misionero. Pero recientemente he tenido la fortuna de conocer toda la región, y sobre todo, de conoceros allá donde vivís vuestra fe. Tanto Iris y Rafael, como Nancy o el P. Demuel pueden atestiguar lo importante que fue para mí conocer la realidad del Caribe, una región llena de contrastes, vida y retos evangelizadores.
Todavía resuenan en mí las apasionadas palabras de esos seglares portorriqueños que acababan de terminar la experiencia de la Fragua, verdadera gracia tanto para los que la hicieron como sus comunidades. Como tampoco puedo olvidar el fraternal encuentro de San José de Cenoví, en donde vi personas de toda condición social y económica compartiendo el mismo sueño claretiano. O la realidad de los seglares claretianos en Cuba, que fue para mí una verdadera experiencia de conversión, pues vi como, sin apenas medios, en una sociedad que aparentemente se olvidó de Dios, son capaces infatigablemente de anunciar la Buena Noticia de Jesús. Y muchas otras experiencias y rostros que convirtieron un viaje institucional en un verdadero camino de Gracia en el que vi el paso del Señor en los seglares claretianos de El Caribe.
Celebramos en todas las comunidades del movimiento vuestros 10 años de fidelidad. Como en cualquier camino de fidelidad a una llamada del Señor, habrá habido momentos de felicidad y momentos de desconsuelo, momentos de desánimo y momentos de celebración, momentos de pecado y momentos de profecía liberadora, momentos de egoísmo y momentos de entrega. Pero en cada uno de esos momentos estuvo el Señor presente, modelando su sueño sobre los seglares claretianos de El Caribe.
Ahora es momento de mirar con ojos creyentes esos 10 años de historia de la región. Y alabar al Señor al reconocernos pequeños y débiles instrumentos de una gran obra. Debéis ser conscientes del regalo que habéis recibido y del que doy testimonio. Vuestra región es enormemente rica en dones del Espíritu. Y por ello, después de 10 años de fidelidad le doy gracias al Señor por vuestra fidelidad al carisma recibido. Pero los dones del Espíritu hay que seguir cultivándolos, para que den fruto abundante y otros, que tanto lo necesitan, se alimenten.
Cuando uno se sabe amado por el Padre y se identifica con la misión de Cristo, no siente otro deseo más que salir a los caminos a anunciar la Buena Noticia de Jesús. Vuestra región ha sido amorosamente cuidada por el Padre y este tiempo de celebración debe ser también un nuevo impulso de santidad. De fortalecimiento de vuestra vocación seglar, de reafirmación de vuestra opción comunitaria, de profundización en nuestra espiritualidad, de renovación de vuestro compromiso evangelizador.
He visto mucha gente en los “bordes del camino”, injustamente olvidada y abandonada por la sociedad, por nuestra sociedad, en las tres islas. Y he visto mucha hambre de Dios. Hambre del Padre Bueno que libera. Gente con hambre y sin voz. Niños sin infancia… Tenéis un enorme reto misionero al ladito mismo de vuestras casas. Porque no está hecha la luz para esconderla debajo de la cama. Ese fuego evangelizador que os consume como a Claret, que os impide ser verdaderamente felices sino es partiendo y repartiendo vuestro pan y vuestra propia vida, os debe llevar a dar esperanza a tantos que la han perdido. En vuestro matrimonio, en vuestra familia, en el trabajo, en todos vuestros ambientes… y más allá, donde no alcanza vuestra fuerza pero si la de Dios.
He visto también la realidad de Haití. Tan cercana… y tan lejana a veces de nuestra realidad. Una de las realidades más sufrientes del mundo, llamando a la puerta de la región del Caribe. Y doy gracias Dios por haber conocido la maravillosa obra que estáis haciendo junto con nuestros hermanos misioneros claretianos. Es un signo más de esa hermosa historia de Familia Claretiana que seglares y misioneros claretianos estáis escribiendo en el Caribe. Con la naturalidad y la familiaridad de quien se siente hermano. Quiero transmitir a los misioneros claretianos, la honda gratitud que sentimos los seglares por la orientación, el acompañamiento, pero sobre todo, por considerarnos durante estos 10 años realmente hermanos. Hago especial mención al P. Héctor Cuadrado, superior mayor de la delegación de Antillas, porque representa en su persona esa entrega a la promoción del seglar claretiano.
También es bueno recordar al que fue el primer consejo regional, Isabel Rivera, Carmen Sánchez y Mercedes, que ya intercede ante el Padre por todos nosotros. Ellas creyeron en el movimiento y prestaron este servicio entonces para que hoy nosotros podamos celebrarlo. Y tantos seglares que han ido construyendo esta casa edificada sobre roca que es el la región de El Caribe. Por todos ellos doy gracias al Señor.
También en aquel viaje pude visitar el santuario cubano de la Caridad de El Cobre, donde celebrasteis vuestra última asamblea. Allí vi las huellas de Claret y sentí que realmente aquel sueño de “un gran ejército de evangelizadores” lo había depositado en manos de nuestra Madre, y que es Ella la que os mostró el camino en Puerto Plata hace 10 años y sigue hoy marcando el rumbo, a los seglares claretianos de El Caribe. No la perdáis de vista. Ella os llevará al Maestro.
Un abrazo fraterno en el Corazón de María de vuestro hermano,
Constantino Rodríguez, sc
Secretario General
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